De deportistas

Muchos, como el aludido legislador, sólo están de personajes para aprobar por mayoría cualquier novedad legal que se presente.

Por José Ramón Moreira Aliatis

ing.jrma@hotmail.com

 

Las redes informativas se encargaron de difundir la intervención del señor Agustín Delgado, legislador, en el seno de la Asamblea Nacional. Muchos criticaron su accionar, al decir que era un genio para manejar el balón de fútbol o para llevar adelante otras labores, pero que como congresista le falta la talla para esas delicadas funciones.

 

Sobre el tema hay mucho de qué hablar; me referiré  simplemente a manera de comentario, de  lo siguiente: ¿Quién se atrevería a cuestionar la excelente performance de “las manos del Ecuador” en la dirección del Ministerio de Deportes? Al señor José Francisco Cevallos le caló como anillo al dedo frentear este brioso caballo, que hasta el señor presidente de la República en alguna entrevista dijo que estaba muy gratamente sorprendido por el accionar de su secretario de Estado.

 

Reconocemos la fabulosa actuación de “cabeza mágica”, nuestro más grande futbolista de la historia, como embajador de nuestro país en Uruguay, que lo convirtió en un hombre universal, en un diplomático de fuste, ser humano bueno, grande entre los grandes.

 

No quiero desperdiciar la oportunidad de destacar el trabajo de un gran periodista, que en su tiempo fue, coincidentemente, uno de los mejores arqueros del Ecuador. Me refiero a don Carlos Luis Morales B., que es concejal. 

El TIN no es culpable de ocupar tan delicadas funciones; él trata de ser un gran parlamentario… porque el pueblo lo decidió.

 

El culpable de que esté ocupando esa posición no es él, le comenté a una adolescente; y, sin más, de una forma automática, la niña me respondió: “Somos nosotros”, y siguió en su comentario diciendo que no es posible que los movimientos políticos postulen a la elección de mandatarios a personajes que solamente destacan por su popularidad; y, calculando réditos políticos, se dignan ponerlos en sus filas para que sean electos a ocupar magistraturas que exigen gran experiencia de la vida y vastos conocimientos para que elaboren leyes, la esencia misma de la convivencia entre ecuatorianos.

 

El grande error de los congresistas de esa naturaleza, y lo demostró el señor ex futbolista  con la lectura a la nación, es que además de ser tímidos para leer ante el parlamento, por lo visto tampoco elaboran ni presentan proyectos de ley. Muchos, como el aludido legislador, sólo están de personajes para aprobar por mayoría cualquier novedad legal que se presente.

 

En los diferentes medios que se refirieron al tema de nuestra ex gloria futbolística, en ningún momento encontré ni siquiera insinuación de algo que se refiriera al tema del color de su piel. El mayor porcentaje de los ecuatorianos no somos racistas, pero que tiene que preocuparse por mejorar su intelectualidad para representarnos de forma digna en el parlamento, es innegable.

 

MANTA, agosto 15 de 2014.



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